Las especies más comunes tienen un tamaño que va de los 15 a los 40 cm de altura, con ramas leñosas y resistentes y hojas pequeñas de tacto suave. Florecen a finales de primavera y dan unas bonitas flores de tonos entre blancos, rosas y violetas, muy apreciadas por su valor estético. Pero lo que más destaca de esta planta es, sin duda alguna, su característico aroma.

• Sustratos y abonos: requiere un sustrato con buen drenaje y una base de arenilla o grava en el fondo. Puedes aportarle abono o fertilizante común o casero cada dos o tres semanas en verano si quieres darle una ayuda en los meses más duros, pero si vives en un clima frío, no uses uno rico en nitrógeno o minerales, pues harían a la planta más débil frente a las heladas.
• Exposición solar: el tomillo necesita exposición directa al sol, que lejos de dañarla la fortalecerá.
• Soporta muy bien la sequía y necesita de pocos riegos. Cuando riegues tu tomillo procura no encharcar el suelo ni humedecerlo demasiado para evitar que se pudra ante el exceso de humedad